Somos tres las mujeres que hoy nos reunimos porque los cambios intempestivos de horarios y de espacios han hecho que trastoquemos hasta los encuentros. Hoy asistimos a un ritual de tres, tres tintos, tres voces en tono de mujer, tres vidas, tres sueños de tres.
Nos dimos tiempo, primero para escucharnos, luego para reconocer nuestros cuerpos y volver a llamarlos. El tiempo del teatro es sagrado -por poco o mucho que podamos dedicarle, es "aquí y ahora"-. Lo intentamos, y decidimos trabajar sin Atilio. Prueba de fuego. Muy importante sentir su ausencia, pues nos da una nueva dimensión al concluir que este esfuerzo no puede morir cuando él se vaya. Todo lo contrario, es ahí cuando dependerá completamente de nosotras. ¿Le vamos a seguir apostando a esto? SI.
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