jueves, 3 de noviembre de 2016

Un teatro vivo.

Sin luz y en la terraza.  Casi una premonición para la escena a ciegas.  Cuadro II.  

Ejercicio de Peter Brook:  el arte de caminar por la cuerda floja.  Algo más que equilibrio.  Los pies deben expresar su inteligencia sensorial, son ellos los que guían, no es una cuestión de la razón o del intelecto, más bien de la conciencia de estar donde se está -afirma Atilio-.  (Helga, Bosques y Claudia intentan caminar por la cuerda floja, en ese orden).

Recuerda Atilio que a la manera de P. Brook debe propiciarse un teatro tan vivo que atrape al espectador y, para ello es preciso dar el salto de la representación a la presentación, estar plenamente es olvidar que se actúa para entregarse al momento vivo de la escena, y esa sensación se acaricia solo por instantes. 

Pasamos el cuadro II,  tres veces.   El papel del lazarillo -a la manera del Teatro No- es tan vital como el de los dos personajes que deben recorrer la cuerda floja.  Toda la escena la guía una metáfora, y es el móvil de P.,   salir de la oscuridad a la luz, un acto de fe.  S.M por su parte confía y es dichosa en esa entrega.


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