lunes, 10 de agosto de 2020

Asesoría con Manuel Orjuela.


* La premisa: Nosotras evocamos, el espectador es el que sufre.

*La manera de recordar ha de ser dulce. No hagan un pastiche de dolor. El dolor puede aparecer, pero en un momento justo, concreto, ojalá breve. Claro, ya encontrarán cuáles son esos momentos de quiebre precisos. 

*No corran con los textos, habítenlos. pausas para la evocación. Los adjetivos usualmente se piensan, no están allí, sino que a ellos se llega. Las pausas de un texto no necesariamente se hacen donde gramaticalmente están ubicadas, busquen los momentos justos para esos silencios que son la respiración del actor, construyan sus propias partituras. 

*La actriz se sabe el texto pero debe aparecer como si no lo supiera. Hay que llenar de imperfección humana los textos para que se sientan vivos.

*Sigan leyendo en voz alta de manera conjunta, mínimo una vez a la semana, y de manera diaria cada una, pero no se acostumbren al espacio íntimo del interior de la casa, porque luego el Teatro Santander se los come. Intenten, apenas puedan ensayar en espacios amplios, ojalá con las mismas dimensiones del teatro, y si no se consigue, pues queda el parque como alternativa. 

Ejercicio con Luz, Clau M y Dina. 
Recomendación a Luz: En lugar de traerlo al presente y sentir que está pasando en ese momento todas esas sensaciones, mejor evocarlas con dulzura. 
Recomendación a Clau M: En lugar de decirlo como quien sabe el texto, evocar como si estuviese recordando un sueño, con la misma frescura y la misma vida. 
Recomendación a Dina: ¿a quién va dirigido el texto?, ella lo dijo a una persona y estuvo muy bien, pero escenográficamente veo que puede haber un cambio. Ubicar a E. en la escena es muy importante, y debería iniciarse de atrás hacia adelante, luces de atrás que acorralan hacia adelante, como ese espectro de E que roba la luz y oscurece el momento. E. Es un ángel de luz que trae la oscuridad.

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